Es una de las manipulaciones del quiromasaje que se realiza con mayor intensidad. Se efectúa con los dedos ligeramente separados y curvados, de manera que pasemos las yemas de los dedos (como si hiciéramos surcos sobre la zona tratada).
Suele realizarse entre las últimas manipulaciones del masaje (antes del vaciaje venoso final que explicaremos más adelante).
Deben hacerse de uno a cuatro roces por segundo, alternando las manos.
Cuando estemos tratando la espalda, comenzaremos por el cuello hacia los hombros y seguiremos bajando hasta el coxis.
Si lo aplicamos en las extremidades, siempre lo haremos en dirección centrípeta. En las piernas, hasta llegar a la zona de los glúteos, y en el abdomen, desde las costillas al pubis.
Es estimulante debido a que se consigue una gran circulación sanguínea y linfática, se produce una dilación de los capilares, y la sangre fluye con mayor soltura por venas y arterias produciendo la elevación de la temperatura de la zona tratada.
Se emplea sobre todo en masaje deportivo.
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