Esta es una de las manipulaciones más importantes y que debe efectuarse en cada tratamiento.
Consiste en pasar la mano abierta por la superficie masajeada, haciendo una cierta presión para producir un calor y una reacción positiva.
Hay varias formas de realizar las fricciones. Por ejemplo, en las extremidades se friccionará dando un giro a la mano, como si de círculos se tratara. Sin embargo en la espalda, región dorsal, puede hacerse de arriba hacia abajo.
La fricción no debe de hacerse nunca a gran velocidad, ya que podría romper algún vaso sanguíneo. La velocidad de la fricción varía entre dos y cuatro movimientos por segundo. Debe de hacerse lentanmente, repitiendo varias veces sobre la misma zona, hasta que notemos un enrojecimiento y un calor. Puede hacerse la fricción en cualquier parte del cuerpo, adaptando las manos a las curvas correspondientes de cada zona.
Existen dos tipos de Fricción: Superficial y Profunda
Superficial
Ambas manos se mueven en dirección contraria, pegadas a la superficie de la piel, con la palma y los dedos algo rígidos y ejerciendo una presión media. Se deslizan sobre la superficie alternativamente a una velocidad moderada, produciendo un gran calor en la zona y con abundante afluencia de sangre a la superficie.
Profunda
Generalmente se practica en movimientos circulares y tiene la particularidad de que emplea los pulgares, los nudillos, la punta de los dedos, los bordes tenares de las manos, o una mano que se apoya y aprieta sobre la otra, pero sin desplazarse lo más mínimo por la superficie de la piel, aunque sí bajo esta. La intensidad de la presión y su amplitud varía según la zona y/o la resistencia que ofrezcan los tejidos. Cuando se realiza con los pulgares, las manos y dedos se apoyan sobre el cuerpo y van moviéndose formándose círculos.
La fricción superficial se repite tres veces en toda la zona. La profunda, dependerá de la zona y de su estado. Así pues, lo mismo estaremos unos segundos actuando sobre ella, que medio minuto.
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